lunes, 1 de febrero de 2010

La risa se fue

Había desaparecido, los ciudadanos de Villa Monte habían perdido la risa con la misma facilidad que un ciego pierde el rumbo. Si presentar batalla y tomándoselo con poco humor y sin hielo.

Varios días pasaron de la última risa que fue despojada de los labios de Octavio Paz con algo de desprecio, como si supiera que esa mueca fuera la previa a su extinción. Quizá él lo sabía, quizá no.
Lo cierto que a los poco días nueve patrulleros rodearon la casa de payaso Paz al grito de…

“Lo tenemos rodeado Paz, salga que tenemos que hablar con usted y no ande con payasadas que justamente el problema es la risa (…) y todos sabemos que usted fue el último en reír”.-


A los cinco segundos, con los pantalones a la altura del pecho y unas medias a tres colores que llegaban a las orillas de unas indescriptibles rodillas huesudas, confirmaron lo que se sospechaba, la risa había desaparecido. Hasta el depresivo Gonzáles que andaba por ahí se arrimó al oír tanto alboroto: “ Si… si… si me hubiese reído… si… si…” repetía una y otra vez mientras se alejaba con un semblante pensativo haciendo dos pasos con el pie derecho antes de apoyar el izquierdo.

- Qué yo qué. Dijo Paz con el acento atrasado, como tartamudeando. Las dos botellas que traía de whisky, una en cada mano, confirmaban lo que todos pensaban, el olor complacía hasta los no videntes: Estaba tremendamente borracho. Aun así no reía.
- Ya escuchó, no se haga el boludo. Díganos donde está al risa, porque desde que usted la ha destituido de sus labios sin piedad alguna, ha desaparecido.
- Qué qué….. ustedes están locos. Cómo saber dónde está risa.
- O habla o lo llevamos al calabozo, caramba. Se puso firme el comisario.
- Está bien, está bien. Balbuceó asustado, pensando que la amenaza era real. – Se la llevó la loca María Gómez, a la rastra. Dijo al tiempo que se empinaba las dos botellas de chivas.

Los patrulleros cambiaron el rumbo, la investigación seguiría su camino al geriátrico: “Duerma con paz…. O duerma solo ji ji ji”. Cunado llegaron el miedo cautivó aún mas a los pávidos uniformados, el “ji ji ji” había desaparecido.

El mediador Ernesto Lopito, entró buscando a la loca Gómez y Allí la encontró, hamacándose en una silla mientras tejía una carpeta al crochet.

- Dígame madame, me ha llegado un rumor que usted se llevó a la rastra la sonrisa del payaso paz, y quiero comunicarle que es la última que vez que alguien sonrió. Usted… Sabe algo?
- Nadie sabe donde está la risa. dijo sin levantar la vista de sus agujas.
- …. Pero…
- Pero nada! La vieja levantó la vista con un misterio abrumador. pero sabe qué… nadie también ha desaparecido.
Cuando quiso reír, supo que ese uniformado no era un loco como ella y la desaparición de la risa era real.


Una semana sin noticias de la risa y la gente comenzó a impacientarse, los amoríos emprendían un sinuoso camino a la expiración y las amistades cambiaron su nombre por enemistades.

Los primero en poner la discusión sobre el tapete fueron los payasos del circo,desesperados por la necesidad de encontrar una sonrisa. Ni siquiera los niños, que miraban a los payasos con cierto temor, incluso uno de ellos se desvaneció en sollozos alegando el pánico que esos pintados le producían.

Lo únicos que disfrutaban de la situación era los melancólicos, capaban las calles mirando miradas, con aires de soberbia y pancartas que decían “ Ahora rían putos, rían”. Nunca se los vio tan eufóricos.
El pueblo no era ni una sombra de lo que fue y los carnavales cambiaron su musicalización de ritmos candomberos por tristes baladas británicas.

Nadie no aparecía y la risa tampoco, no faltó algún descocado que culpó a tanguero Hugo Díaz de ahuyentar la sonrisa cuando vino al pueblo a entonar su nostálgica armónica.
Otros sospechan de que Luisina Lobos, una ricachona y solitaria mujer, la tiene secuestrada en el sótano y disfruta de ella en soledad.

Hay quienes afirman que las viejas coquetas del pueblo la han ahuyentado a escobazos e incluso que la han matado porque ella es la gran responsable de la vejez. “ la risa es la culpable de las arrugas” sabían decir.

Han pasado algunos años y la risa no ha vuelto a trepar ningún rostro.
Algunos se han mudado, otros han aprendido a vivir sin ella, todos siguen esperando encontrarla cualquier mañana venidera.

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