viernes, 12 de febrero de 2010

La sonrisa de la Lola Lisa

Lola tenía una sonrisa tan fea, que todos sus conocidos evitaban cualquier comentario que pudiera hacerle gracia.

La primera vez que Ramón se encontró, sin previo aviso con aquella mueca de felicidad, perdió todo tipo de fe y se alistó a la filosofía nietzscheniana de que Dios había muerto.
No podía creer que una sonrisa despertara tanta incomodidad, la risa es contagiosa pero todos los que conocían a Lola Lisa, sabían que era la mas fehaciente prueba de la excepción.

O dios lo hizo a propósito o murió en el intento de hacerla con gracia. Siguió pensando ramón. Rápidamente le contó una triste historia de amor, desgarrando aquella contracción muscular. Respiró tranquilo.

Hay que decir que Lola es bien parecida, bien parecida a un ser extraño, pero no podría decir que es fea, mucho menos si omitimos mirarle la expresión.
Me animaría decir que cuando no ríe es hermosa, cualquiera caería a sus brazos sin pensarlo demasiado, incluso entre sus piernas con distinguido placer. Pero cuando alguna sonrisa asomaba por su semblante, todo su encanto huye como preso de un miedo fóbico.

Generalmente sus amoríos navegaban entre tipos depresivos y de poco o nulo sentido del humor.
Incluso sostuvo un romance con el ciego Travini. Este era ciego, pero no sordo y el sonido de su carcajada era tan espantoso como verla. Una noche escuchando al Negro Dolina, estalló en una risatoda que Travini agradeció su ceguera por primera vez en su vida y entendió cuando sus amigos le decían: “Que Dios te siga ocultando la mirada”.

Lola lisa, descubrió este hecho entrada en años, cuando una jubilosa mueca de alegría fue devuelta por un ventanal. Tardó dos horas en darse cuenta que era ella la dueña de tal gesto, de esas dos horas, una hora y 45 minutos, se debían a lo que veía, triste fue cuando se supo propia.
Allí entre lagrimas y algunos recelos, entendió porque sus padres se rehusaban a poner espejos en al casa y tenían un pésimo sentido de humor. Nunca reían en esa casa, supo decirle a su analista.

Sus amigos raras veces la invitaban a las fiestas pero era numero puesto para los velorios, era la primera en ser llamada aun si el difunto era totalmente ajena a ella.
Es más, de los pueblos allegados la venían a buscar para que ría y así que los niños paren de reír.
En su día de comunión , el padre Laureano Blades, se negó a darle la hostia cuando la vio sonreír, alegando que era la sonrisa de Satanás. Quizá no era para tanto, pobre Satanás.

Lolita había sido castigada por la naturaleza y sin embargo siguió adelante, sobretodo cuando reía, sus amigos la mandaban a la primera fila del cine, si se trataba de una comedía, aunque raras veces la llevaban y la sentaban al lado si el film era un drama.

Lisa entendió el juego, y dejó de reír en público, o ponía sus dos manos y a veces una de sus piernas para tapar su triste mueca.
Si la carcajada era insostenible, se iba al baño y cuando si se encontraba cerca del interruptor apagaba la luz.
También se supo vengar de sus compañeros de colegio que se burlaban de ella y les aprecia en las noches con su mejor sonrisa, o los perseguía por las oscuridades riendo sin parar.

Lola entendió el juego y de tanto ser sometida a momentos de poca alegría, se convirtió en una renombrada dramaturga de su época. Realizando innumerables obras de teatro y películas de gran calidad.
Lola siguió con su vida, de manera muy normal y aunque su risa siempre fue espantosa supo vivir con ella, reía en soledad

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