miércoles, 23 de diciembre de 2009

Visita de muerte.

El día que la muerte visitó la casa de Claudio, tuvo que golpear la puerta cuatro veces antes de entrar. Si hubiese golpeado 100 veces no habría sido suficiente, Claudio no pensaba atender.
Dos razones básicas, eran las que se fundaban en aquella decisión.

La primera: Pensaba que era su novia, se habían abandonado hacia algunos días. Abandono no en el sentido de dejarse tirado por ahí, se habían abandonado metafóricamente, en un fino resto de la zona centro, sin pena ni gloria, esta última no había podido concurrir al evento.
La segunda razón: Claudio se encontraba rascándose las pelotas plácidamente con su mano derecha, mientras la izquierda, jugaba al zapping con tan sólo dos canales de aires con los que cuenta el departamento.

Si hubiese sabido quién golpeaba, tampoco hubiese atendido y probablemente habría escapado por la puerta trasera, en el caso de tenerla, ya que, la casa no contaba con puerta trasera.
“No puedes escaparte de mi”- dijo en algún momento la muerte intentando fallidamente, una carcajada terrorífica. “nunca me sale esa risa. – Concluyó entre penas y sollozos.

En el momento de mayor placer lúdico con sus pelotas, la puerta se abrió.
Claudio saltó del sillón con al electricidad de un pez fuera del agua. Asustado. El corazón se le había atragantado.

La puerta se abrió de par en par pero del otro lado no había nada.

- ¿Por qué no abrís? Pelotudo. Dijo una voz sin materialidad a la vista.
Estas palabras estremecieron tanto al pobre joven que se regó su pierna con su orina. Sí sí, se hizo pis encima.
Con voz desprolija y ahogada a causa de estar bajos los placenteros efectos de evacuar dijo.


- ¿Quién anda ahí? Al tiempo que en puntas de pies se escondía detrás de las cortinas.
- Se te ven los pies, pelotudo. Dijo la voz escupiendo una sonrisa elegante como las tardes de Paris.
- Soy la muerte. Se apresuró a decir sin cortar su risa parisina.

Claudio recuperó el aliento y sus funciones vitales. Salió de las cortinas como un ave fénix.

- Y yo soy King Kong. Dijo golpeándose el pecho alternadamente con las manos al ritmo del conocido grito de Tarzán.

Un Flash congeló la imagen.

- Esto va derechito a Facebook. Deslizó la muerte desnudando sutilmente esa sonrisita parisiense que ya comenzaba a alterar a Claudio.
- ¿Dónde estas?
- Acá, abajo pelotudo.

Allí estaba, un enano. No un tipo de baja estatura. Un enano. Claudio se estrelló en una risa maquiavélica.

- Así que tú eres la muerte.
- Es más creíble que tu seas King Kong ¿No?
- También eres humorista. Dijo Claudio en un viento de jubiloso placer
- No, pero como mi trabajo es el peor de todos, intento ponerle un poco de humor.
- Igual te confieso, te imaginaba más elegante. Vestido de negro y un poco más alto.
- Yo también te imaginaba más elegante y menos pelotudo, pero para que vamos a jugar a las idealizaciones ¿No?
- Está bien, está bien, y se supone que me voy a morir hoy. Dijo con una mezcla de temor y placer.
- No no. Nada de eso amigo. Sólo pasaba por acá. En realidad tuve que llevarme a tu vecina, la vieja Gómez.
- No me digas. Y esperas que te crea todo esto.


A los dos minutos una ambulancia llegó al lugar se llevó a la vieja Gómez, Claudio la pudo ver por la rendija de la puerta.
Una gota le camino toda la cabeza hasta estallar contra el piso.

- No te asustes Claudito sólo te vine a visitar.
- Y por qué la muerte quisiera visitarme.
- Porque sabía que te estabas rascando las pelotas. De hecho sé que siempre lo haces.
- Es verdad, es un placer sería más divertido si tuviera mas de dos canales y programación 24 hs, después del noticiero se torna un poco monótono.
- Imagino, pero bueno esto es así. mi trabajo es monótono y no me quejo.
- ¿Querés un café?
- Dale dale. Un cafecito y me voy.
- Con Azúcar o sin azúcar.
- Cuatro cucharadas soperas de azúcar y si tenés miel, un poquito.
- Marche un cafecito para la muerte.

Luego de horas de charlar largo y tendido la muerte decidió marcharse.
Antes,Claudio preguntó:

- ¿Cómo sabés que me rasco las pelotas todos los días?
- Ayer cuando vine a visitar a la Vieja Gómez, me contó que nunca atendías la puerta y te vivías rascando las pelotas.
- Y por qué visitaste a la vieja Gómez ayer.

La muerte no dijo nada y se fue dejando las huellas de su risa parisina.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

La primer noche

Mi primer noche fue tan terrible que ya la olvidé. Mentira no la he olvidado completamente.

Cada tanto la recuerdo, y ya no se si lo que recuerdo es el recuerdo de aquella noche o el recuerdo del recuerdo.
Cómo saber si mis memorias tienen que ver con lo que realmente pasó en aquel momento, ¿Quién sabe?. ¿cómo saberlo? ¿Importa acaso?

Los recuerdo que me llegan cada tanto como una estampida eléctrica, semejante a esas olas gigantes del mar. Inmensas. No hay nada que hacer más que acurrucarse de algo firme y aguantar.

Los que más miedo me dio aquella noche fue la crueldad con la que se llevaba los colores. No como esos ladrones elegantes, distinguidos que consiguen las cosas antes que uno pueda percibirlo.
La noche no, lo iba arrancando lentamente de la tierra, como enseñándote que ella tenía el poder.
Enseñándome que cada vez que saliera, juntaría los colores con la misma inocencia que un niño junta sus marionetas después de juguetear.

Al principio me pareció increíble como los tonos iban arrastrándose como víboras, hasta que no quedó ninguno mas que la luna y su soledad posando en el alto cielo que hasta hacia unos momentos brillaba en celeste.

Literalmente la noche había arrancado de mis ojos todos los colores.
Cuando quise acordar se había llevado mi sombra, mi camino de regreso a casa y me había dejado sin nada. Vació como una caja de zapatos.

martes, 15 de diciembre de 2009

El nadador

Nadie puede dudar que Darío Picallazo era un buen nadador, sobre todo en el agua. Aunque algunos aseguran que podía desempeñar, satisfactoriamente, algunos estilos en la arena, siempre y cuando ésta se encuentre a unos diez metros de profundidad, sobre algún tipo de agua.
En lo posible aguas dulces, el agua salada le pateaba el hígado y en palabras del propio Darío: “me picaba… el culo”.

Alguien se atrevió decir que no le gustan las cosas saladas, salvo su mujer. Que ha decir verdad, era más amarga que salada.

Era normal verlo en cualquier estanque desplegando sus capacidades acuáticos. A veces pasaba días si asomar la cabeza en la superficie, substancialmente cuando no estaba en el agua.

Sin embargo, una particularidad comenzó a llamar la atención de sus conocidos.
Nunca nadie le había visto las piernas, salvo su analista que, por secreto profesional no podía develar el misterio.
Se temía que fuera una especie de hombre-pez.

Saúl Priotti dice que una vez lo vio bajo el agua y asegura que tiene cola de pez, como las sirenas.
Nadie está demasiado convencido sobre las palabras de Saúl, no porque fuera un tipo mentiroso. Pero su bastón blanco anticipando materialidad, suele ser un rasgo no vidente, en conclusión se cree que Saúl es ciego. Es más, algunos creen que no ve.

Después de un tiempo su analista descubrió porque iba a su consultorio. Sobre la base que Darío era un tipo psíquicamente sano, al menos del tipo que no necesita pasarse horas en la sala de espera del consultorio psiquiátrico.
A veces se quedaba a dormir allí.
Cuando su Analista, la viejita Norma Clete, lo invitaba a pasar él se rehusaba cabalmente. Ahora todos sospechamos el porque.

La vieja Clete tenia en su sala de espera una pecera. En ella había una esbelta hembra de la especie “Neolamprologus leleupi”.
Darío instantáneamente quedó enamorada de ella.
Su color, sus tetas… no, no! Sus tetas no! Pero se enamoró.

El encargado del edificio señalo, de manera extraoficial, que más de una vez lo había encontrado a los picos con la hembra, pero que nunca puedo ver si tenia cola de pez porque, el encargado, según lo informó el guardia de dicho edificio, también se había enamorada de la ”Neolamprologus leleupi,” y al ver ésta escena abandonó su trabajo cayendo en un pozo depresivo.
Se presupone, el encargado de nombre Carlitos Parra, anda por el pozo depresivo de Almirante Brown y Sarmiento (leer: “carta abierta de la sociedad de depresivos”) y el viejo, ante las orgías que se arman ahí, está más que contento.
Cada tanto le envía alguna que otra mojarrita como muestra de su amor eterno.

Hasta el día de la fecha nadie puede dar con éste interrogante, sobre la verdadera fisonomía de Darío Picallazo. Hijo de Doña Picallazo y el pez espada.

Pensamientos I

Probablemente descubrí antaño, que el colegio es una especie de ejercito para pequeños. O es lo que pienso ahora. Quién sabe.

Tampoco puedo poner en duda momentos sublimes que pasamos ahí, literalmente sublimes.
Pero sospecho que eso tiene más que ver con momentos de extinguible inocencia que con otras cosas.
En la escuela me enseñaron a reaccionar a ruidos. Ruidos transformados en símbolos. Vacíos. Infernales. Desopilantes.
El timbre del recreo, un mismo sonido que generaba antagónicas sensaciones. la difrencia para salir o entrar al curso era abismal.
como una terminal,tan distinto partir que llegar.

Preso de ese tiempo, de los cuerpos de los adultos, de los que “saben”. Cuando hablaba de momento sublimes siempre estaba en el recreo, o en el mejor de los casos cuando la profesora se ausentaba por algún momento del aula, eso era libertad. Júbilo. Alegría. Eso era libertad. Libertad en estado puro.
El ruido de la tiza también anunciaba malos augurios, copiar. Copiar y copiar.
El silbato del profesor de gimnasia, profesor que más de una vez se perdía en las entrepiernas de alguna compañera mientras a nosotros nos castigaban si manifestábamos gestos de amor.

Yo no estoy seguro cuando descubrí esto, ni siquiera si esto esta descubierto o sigue cubierto.
Desconfió de la veracidad de mis recuerdos, simplemente porque la verdad nunca me ha convencido.
De lo que si estoy convencido es que la escuela inconscientemente nos a cerrado la puerta, o algunas puertas a la libertad. Ha bajado una barrera en jardines con flores que debíamos olfatear.
No nos enseñaron abrir las alas, como hacen algunas aves con sus crías.
A nosotros nos cerraron la cabeza con la fiereza de un puño apretado antes de golpear. Con esa intensidad, con esa fuerza.

Había que aprender a escribir, leer, sumar, restar…. ¿Para qué? Geografía, ciencias naturales. ¿Para qué?
En las clases de literatura obviábamos a Shakespeare, a Soriano, a Fontanarrosa, para perder tiempo en sujeto y predicado.
Nadie nos contaba un cuento.

Ahora, con el tiempo al galope entendí: nadie sabe enseñar lo que uno pretende saber… eso sería básicamente vivir.
Cómo saber semejante encrucijada.
Pero un poco de crudeza, de honestidad brutal. Nadie sabe, se hace lo que se puede con lo que se tiene y punto. ¿ Para qué más?.
Pero No! Empeñados en saludar a la bandara tomando distancia, caminando en fila.

Por suerte la curiosidad de aquellos intensos momentos eran semejantes a la luz del sol. Así conocimos casi sin ayuda lo único que da diversión a éste circo: el amor.

domingo, 13 de diciembre de 2009

los simuladores

Los simuladores eran cinco. En realidad eran diez aunque simulaban ser cinco, a decir verdad nadie sabe cuantos son realmente.

En una entrevista “of the record”, Pepe Biblia, confesó que ni siquiera ellos saben cuántos son, y sospecha sobre su real participación en éste conglomerado de farsantes. casi entre lágrimas suplicó que si alguien sabe, le revele si es un simulador.
Yo creo que me estaba verdugueando, pero sus sollozos eran tan reales…

Lo que no tiene discusión, ni dudas, es que los simuladores sean quiénes sean, eran tipo que se dedicaban a simulador situaciones con el único fin de evitar problemas.
Odiaban los conflictos y discusiones sin fin.
Entonces, de forma meramente altruista, andaban por las calles del barrio simulando situaciones para esconder los problemas.

Leopoldo Gómez, dicen, nadie sabe en realidad, fue el primer simulador. El tipo venia de una familia de ortodoxos científicos: positivistas.
Gómez odiaba a los positivistas, especialmente por sus tendencias depresivas. Por ésta razón fundó de manera clandestina, el comité de simuladores. En realidad el comité era un simulacro, era un gremio.
Nada se sabe bien, y ese era el objetivo de Leopoldo que nada se supiera a ciencia exacta.

La semana pasada, en la casa de los Mercier se generó una discusión interminable entre los esposos.

- Vos siempre le querés encontrar la quinta pata al gato carajo. Decía el viejo, mientras se rascaba las bolas por debajo del pantalón y fumaba una pipa.

- Si yo le busco la quinta pata y vos te rescás a cinco manos hijo de puta. Sacudió la mujer que se encontraba a unos cuatro metros, arrodillada en el suelo con un cepillo de dientes viejo, encerando el parket.

Allí acudieron los simuladores con un gato de cinco patas que habían clonado por si acaso. Cuando el viejo vio el gato, se volvió loco. Comenzó con trastornos psíquicos que fueron irreversibles, fue internado en el neuro-psiquiatrico: “Villa cabrita”.

Cuando esto se supo en el cuartel de maniobra, uno de los máximos responsables, Armando “cajita musical” Rodríguez dijo “Misión cumplida”.
Le decían “Cajita musical” porque cada cuatro días, sin importar donde se encontrara, a las nueve de la mañana en punto, Armando comenzaba a tararear ritmos de cajitas musicales, con las manos apuntando al cielo daba vueltas simulando ser una bailarina. Sin olvidar de hacer una especie de numero cuatro con la pierna izquierda apoyada en la derecha.

Uno se puede graficar una imagen graciosa ante tales acontecimientos, pero Armando pensaba 130 kilos y era tan peludo que cada tanto lo confundían con un chimpancé. Esto es tan cierto que hace algunos años el dueño de un circo vino a reclamarlo, argumentando que era hijo de uno de sus monos.
El gordo también usaba para el acto de baile la ropa de las bailarinas y no precisamente a escala. Quiero decir que usaba la ropa de las danzantes, literalmente. Inclusive se sospecha que era la ropa de la cajita de su madre que de niño robó. En un primer las intenciones era sólo para desnudarla luego le gustó y la empezó a utilizarla para sus bailes.

Los simuladores trabajan todo el día a toda hora, salvo de Domingo a Sábado y feriados, esos días se dedican a su especialidad, conquistar mujeres. Aprovechándose de sus cualidad para ficcionar la realidad corrompen almas incólumes sin un aire de culpa.

Muchos conjeturan que el verdadero fin de éstos embusteros es conquistar de forma engañosa los corazones de las mas bellas mujeres.

El escritor ya no escribe

El escritor Alfredo Rolón ha decidido dejar de escribir. A pesar de su prolifera carrera como escritor y dramaturgo, el viejo Rolón ha dejado de escribir. Nadie sabe a ciencia exacta a qué se debe tamaña decisión. Su mujer asegura que no escribe ni la lista para ir al supermercado, es asequible pensar que Alfredo nunca fue hacer las compras.
Al margen de ésto, el viejo dejó las letras, las abandonó.
El primer problema se generó por éste abandono de letras, en un pueblo sin demasiados rodeos policiales, Jacinto Hernández, el comisario intentó meterlo preso por abandono, pero como no ha podido encontrar las letras, no ha podido más que interrogarlo. Alfredo apeló a su inteligencia diciendo que quería un abogado, en el pueblo no hay abogados desde que murió don Martiniano Esposito. En sus 50 de carreras sólo contó con dos casos, uno lo habían inventado para que el viejo no se suicide y el otro no lo recuerdo, quizá ni siquiera hubo otro caso.

Rolón empezó a escribir a la edad de los seis años, como todo el mundo, era un tipo común. En sus propias declaraciones asegura que su primer escrito fue para Rosalía, una compañera del primario que lo tenía loco de amor.
Alfredo era y es un tipo bastante feo, aunque su imagen de tipo intelectual abrigue otras interpretaciones. Objetivamente es feo, duele ver fotos de su primera niñez tanto como duele el viento del sur. Quizá duela un poco más, verlo a él.

Cuando era chico su fealdad era mas prominente que en estos tiempos, tenía una nariz extremadamente grande. Si algún compañero se ponía a su costado era probable que quedé eclipsado por semejante hocico.
También, y esto no fue un acto de la naturaleza, era un poco “bizcocho”. A la edad de cinco años, en una clase de tenis, su entrenador le tiró dos pelotas en direcciones opuestas, un ojo se fue con cada pelotita.
Alfredo siempre ha sabido distribuirse bien, aunque en éste caso en particular los resultados fueron nefastos. Su ojo derecho se hundió contra el margen izquierdo y su ojo derecho como atraído por un imán se pegó sobre la parte derecha.
Él lo niega categóricamente y cambia el hilo de la conversación cada vez que puede, salvo cunado se enreda.
Hace varios años se operó y quedó bastante bien. Para evitar que se hable del asunto quemó todas las fotos que atestiguaron dichos conocimientos. Incluso se dice que contrató investigadores para conseguir fotos que otra gente tenía de su infancia.

A pesar de disimular su fealdad y no querer hablar al respecto, Alfredo sabía y sabe que es un tipo feo. Sabía que habían muchas manera de conquistar el amor de la joven Rosalía, también sabía que su belleza no era la indicada, por eso decididlo escribir.
Ésto tampoco lo convertía en un buen escritor, de hecho era un pésimo escritor en sus comienzos, tan desagradable era escribiendo que cuando Rosalía le mostró la carta a su profesora, la hermosa Anabel Ledesma, el joven Alfredo fue suspendido por diez días de clases. Al parecer había escrito una larga carta con exceso de contenido lujurioso y unos dibujos imposible de representar, pero daban miedo.
Fue precisamente en esos días que comenzó a leer y escribir compulsivamente hasta llegar a ser el dramaturgo mas importante del barrio.
Sin embargo, Alfredo ha decidido, como ya se sabe, dejar las letras. Mañana hará una declaración en la radio sobre las cuestiones que atañan dicha decisión.

Al otro día, dijo en al radio con voz quebrada, se le había caído de las escaleras rompiéndose la primera y segunda cuerda vocal.

“He decido dejar de escribir por una simple razón. Hace días me encontré con un lector asiduo de mis obras. Me cautivó tanto su conocimiento sobre ella que tuve que tomar nota, él sabía más sobre mi obra de lo que yo pueda llegar a saber algún día.
Me ha impactado tanto, como dije, que no he podido más que invitarlo a tomar una copa y conversar vigorosamente, más que invitarlo un trago, nos tomamos nueve whiskys cada uno, imagínense la curda que cargábamos.
Ya habíamos entrado en un clima de confianza digno de decir cualquier tipo de barbaridad sin ánimos de ofender.
Y fue en ese momento que me dijo entre algunas risas de inocencia que mi último trabajo lo había aburrido interminablemente, se había compenetrado tanto para encontrar el interés del libro que permaneció días y días si para de leer perdiendo así su trabajo, lo dejó su mujer y contrajo una terribles hemorroides.
Ante tales palabras he quedado atónito, no he podido seguir escribiendo y es más que probable que no lo vuelva hacer, la razón como dije es muy simple.
No he podido soportar la ida de aburrir a un lector, es algo imperdonable, tan imperdonable como no disfrutar del culo de pampita.
Por estos motivos, he decidido dejar los escritos que me han visto andar, para dedicarme de forma intensa a no hacer nada. Me dedicaré a leer a tipos que no aburran y aprovecharme del óseo el mayor tiempo que sea posible”.

martes, 8 de diciembre de 2009

Carta abierta de la Sociedad de Depresivos.

Antes de atacar de forma directa nuestra peticiones para con: los anti-depresivos y demás instituciones con fines de lucro y tratamientos sin fin, solicitamos de forma inmediata un sistema de iluminación y escalera mecánica para los pozos depresivos.
Nuestro compañero: Augusto Blanco cayó la semana pasa en el pozo ubicado sobre las avenidas J.B. Justo y Charcas, nos comentó de las condiciones insalubres en las cuales se encontraba dicha usina de melancolía, no así, y también hacemos de público conocimiento que, en el hoyo de Almirante Brown y Sarmiento las condiciones son totalmente diferentes. Hay luz, de velas pero luz al fin y en palabras de Ricardito Guzmán: hay una serie de espectáculos de carácter eróticos dignos de presenciar al ritmo de una murga que no para los feriados. Tampoco el extremo!, repudiamos cualquier fuga de jubilosa alegría… no pretendemos pito y matraca sólo pedimos condiciones habitables.
Los de los ascensores es de extrema necesidad, nuestros viejitos depresivos se encuentran desamparados ante tales honduras. Un poco de humanidad carajo!
Nos sumamos a la petición pública de “que vuelvan los lentos”, es tan necesaria para los tímidos como para nuestros melancólicos.
Éstos mustios se aburren de tanta comparsa y necesitan unos lentos para compartir sus penas.
Los melancólicos repudian cualquier tipo de auto-ayuda, especialmente porque no se pueden ayudar y sobre todo las literaturas engañosas como “Remedios para melancólicos” de Ray Douglas Bradbury. Habladurías. Sólo habla de ciencia ficción. Los melancólicos odian la ciencia ficción… espero sepan entender el por qué.
Toda esa patrañas de amarse uno mismo y bla bla bla, el melancólico Gózales lo dejó muy claro cuando su psiquiatra le quiso levantar la autoestima “ yo sólo quiero que me ame mi vecina, Lorena Monguillo”.
No queremos curas anti-depresivas, no creemos en los curas. Somos todos ateos y veneramos el nihilismo, también a Carlota, la vieja del almacén de la esquina que tiene unos ojos tan tristes que nos enamora.
Con respecto a ver el lado positivo a las cosas estamos totalmente en contra, de Comte y toda esa corriente de pensamiento positivista que no ha hecho mas que arruinar nuestra historia.

Para rematar le decimos a todos los anti-depresivos que vengan los estamos esperando con las historias mas trágicas y oscuras que puedan escuchar, vengan y los recibiremos con las músicas mas tétricas y dolorosas que los hará cagar de miedo, venga que somos un montón y los vamos hacer sonar.

Me encantaría seguir postulando nuestros principios pero un aire colosalmente triste y de extrañeza me ha invadido hasta las uñas y no tengo otro remedio más que disfrutarlo.

Firma Gonzalito Alegre, Presidente de la asociación ortodoxa de los depresivos.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Bastardos con gloria

“Mire - Dijo mientras se hurgaba la nariz-, todo lo que hacemos nosotros es por la Gloria.
Éste ejercito que se ha reunido casi espontáneamente, tras los hechos ocurridos en la fronteras mexicanas para, permítanme la redundancia, glorificar a Gloria. La gloria.”

“Nos han definidos como bastardas por querer reír un poco de más, no podíamos evitar no reírnos en aquel momento.
Nuestro cuartel nos ha puesto el nombre de “Bastardos sin Gloria” y aquí estamos ahora poniendo en público conocimiento que somos los bastardos con gloria.
Al tiempo que en un gesto táxico con la vista mostraba a su lado, a la vieja Gloria. Gloria Pena, la única Gloria del pueblo era una Pena, una de las familias mas tristes de la cuidad.

“No saben lo que es la Gloria” decía el viejo mientras se frotaba las manos.
“Una artesana de las manualidades, por qué ustedes- decía mirando fijos a los cronistas- no saben las manos que tiene Gloria”.

Así cerró la conferencia el cabo mayor Julio Vientos mientras mostraba su brazalete con la cara de Gloria Trevi al ritmo de los aplausos de la gente.

Éste ejercito tuvo la posibilidad de glorificarse en la última guerra que en tierras mexicanas.

“La guerrisa” supieron llamar los medios de comunicación. A diferencia de las guerras convencionales que tiene muertos destrucción y demás daños a la naturaleza, ésta era, a la risa. El que reía primero perdía.

Al principio parecíamos en desventajas. Habían algunos dialectos muy graciosos y la tonada mexicana para uno qué no la conoce bien, es muy graciosa. Pero nuestro ejercito tenía lo suyo. Dos cordobeses, un entrerriano, diez sanjuaninos, cuatro jujeños y un santiagueño, sólo un santiagueño porque la contienda era a al siesta y éstos se la pasan durmiendo.

Sólo se podía hablar, nada de cosquillas, ni contacto físico. Mucho menos caricias por debajo de la mesa. El primer día descalificaron al Cordobés Juezz por andar toqueteando a una guerrillera mexicana.

También se podía hacer muecas , el primero de los dos que reía estaba descalificado y debía abandonar la competición, así hasta que uno de los ejercito quedara sin amargados.

La contienda era pareja, pero apareció entre los mexicanos un tipo de pseudónimo “caripoio”, por su parecido alarmante con el animal.

El antropólogo Dimetrius Totin, asegura , siguiendo la línea teórica darwiniana que, éste tipo no es humano, al menos en plenitud ya que, guarda un parecido no sólo físico con el animal, sino también: psíquico, genético y psicológico.
Éste se animó a desafiar la teoría del gran maestro, diciendo que es posible que descendamos del pollo y no del mono.
Y lo definió de la siguiente manera en otra conferencia de prensa que brindó en la cuidad de Peñón del Águila: “Puedo aseverar y asegurar que, éste ejemplar mexicano está en estrecha relación con lo que fuimos y lo que somos, y espero qué no con lo que seamos.
No he finalizado las últimas conclusiones de mi trabajo, pero está a la vista de quién pudiera verlo. Éste tipo es tan parecido a los pollos que uno no puede dudar que nuestra descendencia no venga del mono y si del pollo”.
“Si señores – decía mientras levantaba las manos cuan gesto del gran General Perón- si señores – repetía una y otra vez- venimos del pollo”.
Fueron sus últimas palabras mientras se alejaba de los micrófonos agitando sus brazos con ritmo de baile rolinga.

Si venimos del mono del pollo o de alguna orgía nacional, poco importa ahora. Estamos discutiendo sobre la “guerrisa” que se llevó a cabo en tierras mexicanas.

Y así fue, gracias a este energúmeno que de lejos con algún tipo de miopía, cualquiera puede confundirlo con un pollo y digo esto sin exagerar, su estatura era de 70 centímetros.
Éste, fue el responsable que nuestro ejercito pasaran a ser los bastardos de la nación.

No hacía falta mas que llegar a la contienda y uno sabía que perdería. Con una caminata estilo pingüino, brazos duros a los costados, era demasiado, la risa no se aguantaba.
Algunos se retiraban antes de empezar en un ataque de risa.

Se constató de manera oficial, la primer muerte de risa en la historia de la humanidad.
Un sanjuanino se quedó sin aire de tanto reír y se fue. Paró las patas. Literalmente se murió risa.

De poco sirvió que las autoridades nacionales pidieran la exclusión de éste personaje, al menos hasta que se supiera si era: pollo, humano o producto de una orgía avícola.
Sin embargo, el ejercito se rehusó a esas peticiones, argumentando que nunca se habían divertido tanto en una batalla y que no iban a permitir que se llevaran a ese tipo tan gracioso.

Este acto anti-patriótico, les concedió el termino de “Bastardos sin gloria”.
Ante el hecho y los rumores, que rápidamente comenzaron a asustar a los combatientes, sobre las demandas hechas por el cineastas Tarantino, por los derecho intelectuales, los combatientes comenzaron a buscar la gloria.
Y la única Gloria de la cuidad era Gloria Pena. Esta estaba de viaje, así que en un acto desesperado, intetaron loocalizar a Gloria Trevi quién se rehúso, pero permitió que usaran su imagen en un brazalete distintivo.
También fueron a al carga por Gloria Carra, pero aquella, enamorada con su personaje de “La banda del Golden Rocket”, cambio su nombre por el de Evelyn.
La útima misión fue acudir a Gloria Stefan que rechazó cualquier vínculo por estar aliada a las fuerzas mexicanas.

Lo cierto que un mes mas tarde Gloria Pena volvió al pueblo. Cuando llegó, el ejercito la estaba esperando al grito de “ Entregá Gloria…Entregá Gloria… Entregá Gloria…” al ritmo de una conocida melodía de los Auténticos Decadentes.

Así fue como en un acto simbólico el ejercito sentó a gloria en los brazo de los Sub-comandantes en una especie de sillita de oro para llevarla en andas a gloria.

Por las arenosas calles de la cuidad los bastardos iban felices al canto de “Tenemos Gloria la puta que lo parió, tenemos Gloria la puta que lo parió”