domingo, 13 de diciembre de 2009

los simuladores

Los simuladores eran cinco. En realidad eran diez aunque simulaban ser cinco, a decir verdad nadie sabe cuantos son realmente.

En una entrevista “of the record”, Pepe Biblia, confesó que ni siquiera ellos saben cuántos son, y sospecha sobre su real participación en éste conglomerado de farsantes. casi entre lágrimas suplicó que si alguien sabe, le revele si es un simulador.
Yo creo que me estaba verdugueando, pero sus sollozos eran tan reales…

Lo que no tiene discusión, ni dudas, es que los simuladores sean quiénes sean, eran tipo que se dedicaban a simulador situaciones con el único fin de evitar problemas.
Odiaban los conflictos y discusiones sin fin.
Entonces, de forma meramente altruista, andaban por las calles del barrio simulando situaciones para esconder los problemas.

Leopoldo Gómez, dicen, nadie sabe en realidad, fue el primer simulador. El tipo venia de una familia de ortodoxos científicos: positivistas.
Gómez odiaba a los positivistas, especialmente por sus tendencias depresivas. Por ésta razón fundó de manera clandestina, el comité de simuladores. En realidad el comité era un simulacro, era un gremio.
Nada se sabe bien, y ese era el objetivo de Leopoldo que nada se supiera a ciencia exacta.

La semana pasada, en la casa de los Mercier se generó una discusión interminable entre los esposos.

- Vos siempre le querés encontrar la quinta pata al gato carajo. Decía el viejo, mientras se rascaba las bolas por debajo del pantalón y fumaba una pipa.

- Si yo le busco la quinta pata y vos te rescás a cinco manos hijo de puta. Sacudió la mujer que se encontraba a unos cuatro metros, arrodillada en el suelo con un cepillo de dientes viejo, encerando el parket.

Allí acudieron los simuladores con un gato de cinco patas que habían clonado por si acaso. Cuando el viejo vio el gato, se volvió loco. Comenzó con trastornos psíquicos que fueron irreversibles, fue internado en el neuro-psiquiatrico: “Villa cabrita”.

Cuando esto se supo en el cuartel de maniobra, uno de los máximos responsables, Armando “cajita musical” Rodríguez dijo “Misión cumplida”.
Le decían “Cajita musical” porque cada cuatro días, sin importar donde se encontrara, a las nueve de la mañana en punto, Armando comenzaba a tararear ritmos de cajitas musicales, con las manos apuntando al cielo daba vueltas simulando ser una bailarina. Sin olvidar de hacer una especie de numero cuatro con la pierna izquierda apoyada en la derecha.

Uno se puede graficar una imagen graciosa ante tales acontecimientos, pero Armando pensaba 130 kilos y era tan peludo que cada tanto lo confundían con un chimpancé. Esto es tan cierto que hace algunos años el dueño de un circo vino a reclamarlo, argumentando que era hijo de uno de sus monos.
El gordo también usaba para el acto de baile la ropa de las bailarinas y no precisamente a escala. Quiero decir que usaba la ropa de las danzantes, literalmente. Inclusive se sospecha que era la ropa de la cajita de su madre que de niño robó. En un primer las intenciones era sólo para desnudarla luego le gustó y la empezó a utilizarla para sus bailes.

Los simuladores trabajan todo el día a toda hora, salvo de Domingo a Sábado y feriados, esos días se dedican a su especialidad, conquistar mujeres. Aprovechándose de sus cualidad para ficcionar la realidad corrompen almas incólumes sin un aire de culpa.

Muchos conjeturan que el verdadero fin de éstos embusteros es conquistar de forma engañosa los corazones de las mas bellas mujeres.

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