domingo, 11 de octubre de 2009

“Murió la muerte”. Tituló le matutino

Un pasado 31 de julio de algún año que nadie recuerda con fidelidad, la cuidad comenzó a cambiar para siempre. Después de este hecho el tiempo perdió su valor y los vendedores de almanaques su trabajo. El mismo empezó a tomar conocimiento público aquella mañana aunque el suceso estaba impreso algunas horas antes; cuando el matutito “Clarinete” sin demasiados rodeos estampó en su portada tres palabras que juntas dieron forma a un violento sin sentido.
“Murió la muerte” disparó el diario sobre su edición tabloide. Fondo negro letras en blanco. Poco importó que se tratara del diario mas amarillista de la cuidad y para las 0900 debió duplicar su tirada porque los vecinos de las ciudades allegadas , algo incrédulos, acudían a vaciar su curiosidad.
La ciudad era un caos.

Algunos incrédulos no le dieron mayor importancia y siguieron con su rutina; los mas ilusos fantasearon con la eternidad, era fácil reconocerlos andaban con esa sonrisa que soportan los enamorados. Los mas preocupados por este tema fueron sin duda los suicidas, estos se los veían por al cuidad llorando desconsalodos, como un gol en contra en el minuto 90.

- Saúl leíste el diario. Dijo el bigotón Hernández mientras pitaba ese mate.
- Solo leí la portada, con eso me bastó.
- Qué cagada ¿no?.
- Blasfemias amigo. –dijo enérgico- ya nadie recuerda como estos caraduras del diario inventaban noticias cuando en el pueblo no pasaba nada. Ahora salen con esto; como va a morir la muerte. Carajo! ¿Es una persona?. Sentenció mirando al cielo como buscando aire.

El bigotón estalló en un sonrisa tan espontánea como la primera.

- Si eso es verdad, pero hay que reconocer que esta vez fueron originales.
- ¿Original? ¿Qué original? Sólo un pelotudo cree esas historias.
- Bueno miralo de una manera optimista. Saber que no vas a morir es una buena noticia. ¿O no?
- Je je ¿ Y vos te crees que vivir para eternamente sería bueno? Dijo Saúl y una pequeña silueta amago una sonrisa, creyendo haber dicho algo inteligente.

El bigotón llevo las manos a su cara que se sostenían en las rodillas flexionadas. El bigotón era un tipo inteligente, rápidamente entendió que no era una buena noticia.

- sabes que tenes razón. Expresó , fijando su vista en algún punto incierto de un horizonte no muy lejano

Según trascendió en el matutino; la muerte era una mujer. Una hermosa mujer. No había fotos, pero cuentan que es una dama de tez blanca, pálida como el alba y que carga con unos ojos azules turquesas como algún mar de medio oriente. “ se cansó de labor, la imposibilidad de amar, atormentada por la soledad, la muerte se marchó” así finaliza la nota.

Los programas de TV no pudieron resistir la tentación y en cuestión de horas se armó una especie de circo romano sobre la muerte. Después de juzgarla duramente, pasaron por los especialistas que iban de filósofos hasta clérigos de todas las religiones; sin pasar por alto aquellos que tuvieron experiencia personal

Carlitos Sol, le filósofo del pueblo concluyó una interesante exposición pertinente que terminó de la siguiente manera.

- En fin, Si murió Dios porque no puede morir la muerte. Parafraseando al
filosofo Alemán


Domingo Brisuelas. Contador prestigiosa del poblado contó su experiencia con la muerte.

- “Me la encontré en el ascensor. Íbamos solos. Su belleza me hechizó; literalmente no podía dejar de mirarla; su cara, su cuerpo; me enamoré antes de darme cuenta; de pronto sentí que comenzaba a morir mientras ella reía como sabiendo lo que pasaba. Alguien paro el ascensor en el 6 (yo iba al 10) y antes de bajar me dijo al oído. – dos pisos mas y eras mió-.”

En simultaneo en el canal 37 (la competencia) un joven apuesto aseguró haberse encontrada con ella un domingo en el bar de la desilusión. Después de compartir algunas copas de mas ella se fue sin decir adiós. Le dejó una nota sobre la copa a medio llenar. “ hoy no te puedo llevar conmigo, los domingos es mi día libre; (hoy los suicidas trabajan por mi) pero es muy factible que nos volvamos a cruzar. Muy pronto” .

Al principio esta novedad causó miedos, alegrías, desesperación y júbilo, pero con el paso del tiempo y la falta de muertes comenzaron a verse los problemas de fondo que esta falta de defunciones comenzaba a invadir a la ciudad. Los suicidas dejaron de intentarlo. Malos resultados. Los hospitales a vaciarse, al parece el hospital de la cuidad se transformó en un burdel. “necesitamos pagar los impuestos y ya nadie se enferma” intentó excusar el Director mientras desfilaba por el pasillo con la corbata en la cabeza y una joven en cada mano. Las droguerías no vendían ni aun sola aspirina y siguiendo el ejemplo del hospital comenzó a vender en las esquinas todo tipo de fármacos sin recetas, ilegales. Drogas ilegales. Gracias a estas dos giros la economía siguió en pie un tiempo mas. Pero los problemas no terminaban ahí. En realidad empezaban, porque las cocherías fúnebres eran un desierto y las florerías habían desaparecido.
La cuidad era un caos, nuevamente.

Estos hechos y los que se avecinaban alertaron a todos las instituciones académicas, desde la de economía pasando por medicina filosofía y psicología. Los economistas fueron los mas inquietos, el panorama era escuro. La medicina con todas sus bifurcaciones perdieron peso, el negocio se derrumbó. Salvo algunos psiquiatras que pudieron seguir trabajando. Sin dudas los psicólogos fueron los beneficiados sobre el tema. Había que hablar sobre el tema. Los consultorios no daban abasto y se supo años mas tarde que varios impostores abrieron consultorios pasandose por analistas.
La preocupación de los filósofos venia por otro lado. El amor. Había que debatir el amor. Comenzó a desvanecerse. nadie se enamoraba. Y los que ya estaban enamorados se desenamoraban sin discusión.
Los artistas dejaron sus artes. Para que hacer artes sin no hay amor ni muerte. “armemos una fiesta hasta el fin del mundo” decía el panfleto de un literato de perfil bajo.
El pueblo cayó en una depresión insostenibles. Dolor angustia. Nadie podía hacerse esa idea de vivir para siempre.
El verdulero de esquina de Sarmiento y Justo fue quien mejor pudo graficar la situación. “ se acuerda ese dicho de la zanahoria delante del burro. Bueno con esto, podemos decir que el burro se comió la zanahoria”.

De a poco las relaciones eran cada vez mas distantes. La palabra comenzo a faltar, el interés se esfumó.
El fin de la muerte paro el reloj. El amor y el arte.
Poco a poco todo fue cediendo hasta quedar en la nada. Literalmente la nada.
El pueblo sin su muerte no era nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario