jueves, 26 de noviembre de 2009

Elecciones

Allí estaba de nuevo. Era el tercer día consecutivo que veía a ese hombre sentado en la misma mesa, en mi café.
Llegaba con la juventud del sol y se iba cuando la noche ya había despintado todo.
Era también, el tercer día que lo veía con la misma ropa. Ese detalle fue lo que comenzó a llamar, mi siempre tan despreocupada, atención.
Lo días anteriores habían pasado desapercibido, pero el tercero no!
Su barba también mostraba tres días de vida y pude aseverar cuando me acerqué a él que, sus ojos estaban tan casados como un perro después de horas de correr y correr. Abatido.
No me atreví a preguntar nada personal y sólo me limité a curiosear que deseaba. Fue protocolo. Sabía que tomaría café.

- Un café. Dijo mientras hundía su mirada curtida en algún punto del ventanal que daba la calle.

Llevé su café. Cuando me estaba yendo se abalanzó sobre mi brazo izquierdo, en un gesto que después comprendí, desesperación.

- No puedo dormir. Soltó, como quién suelta el gatillo de un arma sin medir consecuencias.

- Cómo dice señor. Exclamé, esperando servir de desahogo. No era mi especialidad, el de oyente, pero estaba tan aburrido y aquel tipo había despertado toda mi curiosidad.

- Hace días qué no puedo dormir. Qué no puedo conciliar ni un minuto de sueño. Lo he intentado todo, patillas, marihuana, sexo, vino etc. etc. Y no hay caso. No puedo.

Quedé anonadado, no sabía que decir. No había mas clientes así que acomodé una silla frente a él y me senté.

- fue al médico…
- Sí, me mandaron a un psiquiatra que me dio un cóctel de fármacos que lo único que ha logrado es reventar mi estómago.
- Y usted qué piensa… por qué será….

Su respuesta confirmó mi ausencia total de tacto.

- si supiera… si supiera. decía mientras arqueaba sus gruesas cejas como quién no encuentra explicación alguna.

- Mi noción de realidad se va desfigurando lentamente, de manera irreversible. Como algo físico. Las voces cada vez me suenan mas lejanas, con ecos… Las siluetas de las personas comienzan a bailar vertiginosamente. Siento inmovilidad, imposibilidad de ser. Necesito dormir…


- Entiendo…. No sé que decirle… su brazo sobre mi hombre me interrumpió…

- Máteme… dijo clavando sos ojos en los míos, sin piedad, sin culpa…


- ¿Cómo.. cómo dice? cómo lo voy a matar…un escalofrió abrazó todos mis huesos.

- Por favor… máteme… no puedo seguir viviendo así… hace seis días que no duermo y no puedo mas. Se quebró en lagrimas.


- Cálmese señor… llamemos a un doctor, tiene que haber una solución menos trágica..

- No.. no… ya he intentado todo… sólo quiero morir... no tema. La muerte es quizá, un lugar superior. De tranquilidad… es un estado de pura calma. Y le aseguró, necesito calma.

- De ninguna manera caballero… no voy a matarlo. Debe haber otro recurso.

- Es posible, pero no tengo tiempo… por favor… máteme.

No puedo decir que la idea de matarlo no coqueteó con mi cabeza. Lo pensé un instante. Quizá era mejor que esa persona muriera, yo pude ver y sentir su dolor, colosal. Imposible de explicar… sus ojos desgarrados de sangre de miedos de sueño…
Pero no pude hacerlo. Básicamente por mi, no podría haber vivido con eso.

Él dejó de insistir, comprendió que no iba a convencerme. Por mi parte no sé qué hubiese hecho si seguía insistiendo.
Pagó su café y salió perdido, con movimientos extraños como si el viento manejara su destino, lo perdí algunos metros después.

Nunca más volvió a pasar por mi café, tal vez alguien se animó a matarlo, tal vez logró dormir.
Quién sabe…

No hay comentarios:

Publicar un comentario