lunes, 4 de enero de 2010

Sueño (Su)Real.

Salvo algunos restos diurnos, no he podido precisar los acontecimientos que precedieron aquel primer sueño.
A decir verdad, ni siquiera tengo certeza que aquel, haya sido el primero. Poca importancia tiene ahora.
Lo cierto, ese sueño abrió la puerta para este relato que relato.
Relato que relato por razones que el lector desconocerá. Salvaje arbitrio. A los fines, éstas tienen menos importancia que aquellas.

El sueño me presentaba restos del día: mi casa. La escena tenia tintes surrealistas. Sentado, hipnotizado por el ventanal que da a la calle. Esa ventana jugaba a ser un proyector de cine capturando mi atención ferozmente.
Sonaba un tango de Piazzolla. Mentira, esta parte la invente para darle más textura. Creo que estaba silencioso, pero de tanto pensar en ese tango, ahora lo recuerdo con música, esa mentira se disfrazó de verdad. Sonaba un tango de Piazzolla.
La trama era extraña, a penas algunos memorias de gente que pasaba por ese ventanal viviendo toda su vida. Nacían en un extremo de la ventana y morían en el otro. Algunos pasaban en silencio sin penas ni glorias, otros se amarraban a la ventana y me imploraban que agrande la ventana.
Había algunos que pasaban alegres, contando historias, silbando melodías que jamás se escucharon. Que jamás escuche.

La trama dejo de ser extraña para ser inverosímil. Todo empezó con ella, y confieso sin pudor: todo termina en ella.
Ella pasó por la ventana con una sonrisa que parecía una luna, una media luna. Me miró, yo pienso que me miró, quizá sólo miraba la cámara, pero cuando miró, enloquecí.
Aquí viene el surrealismo: Yo estaba en un sueño con total conciencia que era un sueño y al mismo tiempo tenia un control sobre aquel, podía elegir, moverse, incluso pensar, cuando ella me miró salté el ventanal con la misma furia que un toro en la arena.

Ella comenzó a correr por calles que yo había corrido en mi infancia, mientras mas rápido la corría más rápido se alejaba. Y se fue. Su silueta comenzó a desdibujarse, cada vez más pequeña hasta hacerse invisible.
Desperté. Extraño. Melancólico. Raro. Raro es lo único que carece de raro. Todo es raro. Desperté con el bobo galopando. Sádico.
Algo más surrealista fue tener la facultad de volver a soñarla. Cada noche. Juntos. Después de aquel primer sueño, siempre juntos. Aún hoy, no comprendo cómo era posible.

Comencé a vivir en un sueño. Literal. Así. Literal: vivía en un sueño, la vida en vigilia a penas me interesaba.

Lo más increíble de la historia, era la dificultad de hablar de historia en singular, eran historias. En cada sueño me desayunaba con otra historia. Cambiaban los paisajes, las ciudades.
A veces éramos jóvenes llenos de sueños, otras éramos viejos arrugados de tanto reír.
Ella tenía muchos nombres: Clara, Laura, Rosario, casi siempre la llamaba Lara.
Todos los días los sueños venían con elementos nuevos, disímiles, salvo nuestra historia de amor. Siempre era la misma. Qué sentido tendría contar una no historia de amor. Ésta es una.
Éramos siempre los dos, viviendo todas las vidas. Inmortales.

2 comentarios:

ii dijo...

surreal-literal-desayuno-simple:

no imagino mejor combinación de palabras.

saludos

entrelaspalabras dijo...

Gracias!
Saludos!

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