viernes, 15 de enero de 2010

La soledad de los arqueros

No hay peor soledad que la de un arquero. Quién podría dudar. Es tan cruel que sus propios compañeros intentan estar lo más lejos posible de él.

Algunos acontecimientos llevaron a la FIFA a buscar soluciones a las necesidad de darles compañía a los pobres guardametas que se pasan los 90 minutos en la más pura soledad.
Sin ir mas lejos es el único jugador que tiene la camiseta distinta a sus compañeros y salvo contadas excepciones, nadie les convida un abrazo cuando hay festejo de gol.

El guardameta y filosofo del Deportivo Tequila lo dejo más que claro “Para ser un buen portero hay que ser esquizofrénico”. Disparó en una rueda de prensa el día que anuncio su retiro. Según trascendió veía gente.

Ya a mediados de los años 80, algunos arqueros confesaban las secuelas psíquicas de tanta soledad. Algunos de ellos llegaron a perder el habla.
Hugo Humberto Galmarin después de años de diván confesó “Nunca quise ser arquero pero fue mi destino” al tiempo que sus ojos se arrastraron algo tímidos hasta su manos. Eran tan grandes que no entraban en ningún bolsillo.
“Manos transgénicas”, se burlaban los intelectuales de la barrabrava leprosa cada vez que se enfrentaban en el clásico rosarino.

Comenzaba la década del 90 y la FIFA tomó una medida, arrinconando aún más a los porteros a la más pura de las soledades. Los burgueses con el fin de darle dinamismo al juego, prohibieron a los goleros tomar la pelota con la mano cuando era un pase de algún compañero.
Sin embargo, la poca claridad de la ley y la falta de lectura tuvo interpretaciones disímiles.
El caso más controversial se dio en la liga de “E”, del fútbol argentino. Entendieron que el aquero ya no podía usar más las manos, algunas esposas pusieron el grito en el cielo y en las emisoras radiales, quejándose que sus maridos (arqueros) ya no lavaban ni los platos. Terminó transformándose en el año con mejor promedio de gol de la historia del fútbol mundial. 18 goles por partido. Rápidamente esto llamó la atención de los oportunistas del viejo continente, ocasionando el mayor éxodo de delanteros a Europa. Los resultados fueron lamentables, especialmente cuando éstos vieron que los arqueros usaban las manos.
Rogelio Díaz había anotado 146 goles en 28 partidos, sus numero no fueron los mismos cuando por la cifra record de 5 pelotas y dos conos fue transferido a la Roma de Italia, Allí anotó 1 gol en 300 partidos.
Otros países de África como: Ghana y Costa de Marfil, directamente eliminaron los arqueros y posteriormente los arcos, dándole nacimiento a lo que años más tarde llamaríamos: “la mariadita”.
Este atropello no hizo más que alejar a los arqueros de sus compañeros. Luís Garito, volante central del Deportivo Armenio confesó entre copas desconocer el nombre de su guardapalos.

“No les alcanza con darnos camisetas ridículas y distintas a nuestros camaradas de equipo”. Decía un pasaje del comunicado de prensa emitido por el gremio de porteros en soledad, después del suicidio de Juan Perota, guardameta del Chievo Verona.

Corría el año 1994, luego de la copa del mundo disputada en los EE.UU. algunos acontecimientos comenzaron a marcar un antes y un después en el rol de los guardavallas.
El primer episodio que despertó la atención de los especialistas, tuvo lugar el 15 de noviembre. Deportivo Luz del sur disputaba el clásico barrial frente a Deportivo Apagón. Se jugaba allí, mucho más que un campeonato, era el honor, la tranquilidad de seis meses. El que perdía era sometido a una tortura china.
Promediaba el segundo suplementario, se habían disputado más de 100 minutos de un paupérrimo nivel de juego, y era cantado que se definiría en el punto del penal. Pero esto no fue así, en un acto de extrema melancolía el Gallego Rivera, arquero del Deportivo Apagón, corrió los 105 metros que lo separaban de su colega en tiempo record. 7.56 segundos. Batiendo así, la marca de los 100 metros llanos. Cuando llegó se le tiró encima en un abrazo colosal. Estimaba más aquel desconocido que a sus compañeros de equipo.

- ¿Qué haces? Murmuró Del Río, algo sorprendido.
- Nada... sólo quería ahuyentar la soledad. Confesó entre sollozos.

Pese al acto de extrema emotividad y naturalidad, los hinchas del Apagón no lo tomaron con mucha gracia, fundamentalmente porque durante ese lapso de tiempo, El Deportivo Luz del Sur concretó el gol de la victoria.
La crueldad los llevó a la indiferencia total, al punto que el Gallego pensaba haber perdido su capacidad de oír. Nadie le hablaba.

Sin embargo, éste acto vanguardista fue tomando como un caso de inflexión sobre sus colegas que, emprendieron diferentes actos para soportar la soledad. Algunos llevaban libros y leían al punto que varios de ellos se doctoraron en leyes y medicina. Otros llevaban rompecabezas y juegos de ingenios, los más locos llevaban sus amigos imaginarios, intentando de alguna manera alivianar tanto aislamiento.
Algunos no pudieron escapar a las peores consecuencias, perdiendo el habla totalmente.

El último gran artillero de los diablos de avellaneda se enredó en un acto de altruismo que le costó su carrera deportiva. Le daba mucha pena ver a los arqueros en soledad y corría de un arco al otro durante los 90 minutos, convidándoles algún mate, alguna anécdota o un simple abrazo.

Poco a poco el gremio fue ganando poder y obligó a la FIFA a cambiar la estructura del fútbol, pasando de un arquero por equipo a dos. Esto trajo varios inconvenientes, los jueces de línea dudaban de levantar la bandera ante un eminente off side. Bajó el promedio de gol violentamente. La medida fu rápidamente disuelta.

Aunque los especialistas siguen trabajando arduamente para solucionar este problema, los arqueros siguen defendiendo los arcos padeciendo la peor de las soledades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario