lunes, 3 de agosto de 2009

El bar de la desilusión

En una esquina más cerca de lo que parece. Donde las luces empiezan a eclipsarse con la zona mas siniestra de la noche, se encuentra el bar de la desilusión.

A diferencia de los bares mas convencionales de la cuidad, éste se llena durante la semana. Sólo los más fieles y corajudos se animan a entrar el fin de semana. ¿La razón? Una. El tiempo. Un domingo en el Bar de la desilusión equivale a siete días fuera de él. Se dice que los mas románticos del pueblo van los domingos para alargar su vida. La mayoría no quiere ni pensarlo.

No hace mucho. Luís. Verdulero de Trejo y Sanabria, entró un Lunes feriado pensando que era Domingo. Cuando el día comenzaba a pintar los colores de la cuidad y con varias copas de mas Don Luisito navegó. Como pudo, hasta su casa. Allí una sorpresa lo esperaba. Una más. Su mujer pensando que se había ido con otra, le dejó todas sus pertenencias en la vereda. Con la inocencia de un niño preguntó a un transeúnte que día era aquel. “sábado” contestó. Luís había entrado al bar siete días atrás. ¿La razón? Su mujer lo engañaba con su mecánico.
Juntó sus cosas, acomodó su pena en el bolsillo derecho; como quien sabe exactamente donde ir en una situación como aquella se fue sin hacer escalas derecho al bar.

El lugar es pequeño. Cuanta con 8 mesas, 8 sillas y 8 copas. Estas se encuentran distribuidas jerárquicamente. A mayor desilusión las mesas van formando una fila india hacia el baño. Sentarse en la mesa próxima al baño es cargar con la mejor desilusión. ¿Quién decide esto? Juan, el enano. Éste se encuentra sentado en una banqueta con los pies colgando que se hamacan al ritmo del tango de turno.

Un aspecto que le da identidad al lugar es la fachada de los visitantes. Todos sabemos y vemos la tendencia de las personas que van a un bar. Siempre elegantes, vistiendo sus mejores ropas con aroma francés. Aquí la gente no se prepara para ir. Salvo esos fieles buscadores de eternidad.
Es lo mas probable que, ningún ocasional pensó 5 minutos antes de encontrarse con un enano que mueve sus pies al ritmo de tango, estar ahí.
Lo que si es muy probable que todos terminen abrazados a sus copas, en el mejor de los casos abrazados a la vecina de mesa. Compartiendo penas, barriendo soledades; y porque no, la cama también.

Samuel un tipo bien parecido. Bibliotecario del colegio. El único que hay. Algunos apuntan sobre el distinguido conocedor de letras que, cada domingo se llega al bar inventando una desilusión. Con el único objetivo de seducir mujeres en pena. Con elegancia discursiva. Sin fisuras. Se va de mesa en mesa ofreciendo semanas de lujuria y placer. Siempre termina su discurso igual: “ el amor nunca se asoma por acá”. Al mismo tiempo que acomoda simétricamente entre sus orejas una sonrisa irresistible para cualquier mujer victima de un desamor.
Con el tiempo esta tendencia llamo la atención del dueño del lugar. Alfredo. Este le prohibió la entrada de por vida al galán de los libros. Razón más que suficiente para que lo deje entrar. Pero Alfredo es de esos tipos que cuando dice no, es no.
No tengo constancia de esto pero… una tarde de verano cuentan que el bibliotecario encontró a su mujer con otro. Con otra. Con una mujer. Su prima. Abrigado en su pena, corrió al bar. Era la primera vez (la segunda en realidad) que tenia bien merecido la silla mas próxima al baño. Pero como todos sabemos ahora, Alfredo es de los tipo que cuando dice no, es no.

El bar no es exclusivo para almas desilusionado por el amor. Es frecuente también, encontrarse los mas jóvenes. Ellos tienen la desgracia; necesaria pero no suficiente de chocar con sus primeros desengaños.
Recuerdo al pobre José. Después de horas sin poder dormir, bajo por un poco de agua y para sorpresa de los más inocentes encontró a su papá. Encontrar a tu papá en tu casa no tiene nada de sorpresa a menos que, este se encuentre colocando los regalos navideños.
No fue solo eso. También observó como tiraba con una crueldad perversa la comida que José y su hermanos habían preparado para el gran Papa Noel .Enterarse que Papa Noel es tu papá es casi siempre traumático.

Con tiempo la popularidad de lugar llamó la atención de los más exitosos. Estos entraban urgidos por la curiosidad de experimentar la desilusión. Casi todos se encontraron con sensaciones nunca vividas antes. Llenas de intenso placer y dolor al mismo tiempo. La mayoría de ellos salía del lugar buscando nuevas desilusiones para volver.

Acá también me encuentro yo. El día me eligió a mí. Es domingo. Estoy sentado en la primera silla junto al baño, buscando las palabras perdidas de este final.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

lindo blog, lindo espacio, te felicito!!!...que fluya, que influya...

NaNo.

jess dijo...

amigo!!! me gustó mucho, sobre todo el final.
Hay otra silla para mi??!!!

Besos y felicitaciones x el blog!

Unknown dijo...

Bien Fabrii, muy buenas deconstrucciones! me gusta! :) Besos. Caro

entrelaspalabras dijo...

Gracias gente! volví a leer este cuento que fue el primero ja,
cariños!

Daniela dijo...

me gusta todo, hasta el dia que lo escribiste! éxitos...

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